Erase un rey que descansando en el amplio mirador de su palacio, soñó que había encontrado seis hermosas jóvenes que caminaban y caminaban por una senda. En cierto momento, vencidas por la fatiga y por la sed, se detuvieron bajo el ardiente sol; entonces, surgió una hermosa princesa que les llevó bondadosamente un cántaro de agua pura y fresca, de ese modo aquellas hermosas jóvenes, reanimadas, reanudaron su caminata interrumpida.
Al despertar el rey, pidió que acudiera el más sabio de sus astrólogos para que le interpretara ese raro y desconcertante sueño. El astrólogo, después de meditar dijo: !Señor¡, las seis jóvenes caminantes eran las artes divinas y la ciencia más humana: la Música, la Pintura, la Literatura, la Arquitectura, la Escultura y la Filosofía. Preguntó el rey:- ¿Y la princesa noble y bondadosa? -íSeñor!, dijo el astrólogo- la princesa caritativa que las socorrió era la prodigiosa Matemática. Desde entonces, el rey ofreció el gran trono del reino a la bondadosa Matemática y se dio a conocer un edicto que obligaba a todos, a dar morada y proteger a las artes divinas, hermosas jóvenes que siempre halagan con su belleza. Fuente: Matemágicas |